En estos momentos, Ucrania sigue luchando, dando prueba de resiliencia y resuelta a vencer frente a la agresión rusa.
Rusia preparó su guerra contra Ucrania propagando infundios sobre el país. Mucho antes de la invasión a gran escala del 24 de febrero de 2022, un flujo constante de desinformación fue allanando el camino a la agresión militar rusa. Hemos rastreado y expuesto la desinformación favorable al Kremlin a lo largo de la guerra. En el presente artículo expondremos algunos de los mitos predominantes sobre la guerra que está difundiendo de forma activa el ecosistema de desinformación del Kremlin.
Mito: una victoria rusa en esta guerra es inevitable. O Rusia gana la guerra, o el conflicto conducirá a la Tercera Guerra Mundial. El apoyo militar occidental a Ucrania provoca una escalada de la situación y prolonga el sufrimiento. El único camino hacia la paz es la desmilitarización de Ucrania.
La extraordinaria resiliencia, la resolución y el inquebrantable espíritu de lucha de Ucrania han demostrado, una y otra vez, que las perspectivas del Kremlin en su guerra de agresión contra Ucrania anuncian todo menos la victoria. El mundo entero ha dado la espalda a Rusia, exigiéndole el cese inmediato de las ofensivas en Ucrania y la retirada incondicional de las fuerzas rusas a las fronteras de Ucrania reconocidas internacionalmente. Desde que Rusia acometió su «guerra de tres días» no provocada, Ucrania ha atajado con éxito el avance de los invasores, cambiado las tornas, y liberado vastos territorios temporalmente situados bajo control militar ruso. Además, las fuerzas ucranianas han provocado un serio desgaste de los recursos militares rusos.
La perseverancia de Ucrania frente a tan desmesurada agresión nos ha demostrado el verdadero significado del coraje. El apoyo militar occidental a Ucrania está marcando, día tras día, una verdadera diferencia en el campo de batalla y ayudando a Ucrania a ejercer el derecho de legítima defensa consagrado en la Carta de las Naciones Unidas.
Las propuestas rusas de alto el fuego o de negociaciones de paz no son sinceras, sino un mero ardid propagandístico. Cuando se analizan detenidamente, se transparentan las exigencias imperialistas rusas para que Ucrania claudique y ceda una mayor parte de su territorio y su soberanía.
El auténtico camino hacia la paz es la total retirada de las fuerzas rusas de Ucrania a las fronteras reconocidas internacionalmente y el abandono total de su política de agresión. Rusia inició una guerra no provocada en Europa, en flagrante incumplimiento del Derecho internacional, especialmente de la Carta de las Naciones Unidas. La paz no puede alcanzarse dejando que una Ucrania desarmada se enfrente a una Rusia altamente militarizada, que ni reconoce su soberanía ni acalla los llamamientos populares al genocidio.
Mito: Rusia está en guerra con Occidente. Ucrania es solo una entidad vicaria de la OTAN y un campo de batalla. Rusia se está defendiendo contra el agresor: Ucrania.
El 24 de febrero de 2022, Rusia emprendió una invasión a gran escala de Ucrania, país que se está defendiendo desde entonces. La falacia que atribuye a Ucrania el papel de agresor responde a una táctica de manipulación clásica pro-Kremlin, que pinta a Rusia como víctima para alejar la atención pública de la agresión perpetrada por ella misma. Si bien la absurdidad de este relato es meridiana para casi todo el mundo, en la burbuja informativa cada vez más estanca de Rusia sirve de llamamiento para movilizar el apoyo público a las políticas autoritarias del Kremlin.
Este relato desinformativo favorable al Kremlin, que sostiene falsamente que Rusia está luchando contra Occidente en Ucrania, fue tomando cuerpo cuando Ucrania lanzó una eficaz contraofensiva contra los invasores rusos. Los comentaristas favorables al Kremlin muestran especial querencia por este discurso cada vez que Ucrania recibe apoyo militar de sus socios occidentales o que Rusia pierde terreno en las zonas de Ucrania temporalmente ocupadas. Ni la UE, ni Occidente, ni la OTAN han declarado la guerra a Rusia. La UE, los EE. UU. y muchos Estados miembros de la OTAN están ofreciendo asistencia militar a Ucrania para ayudar a ese país a repeler la injustificada agresión rusa, pero no participan en ningún combate.
Mito: Ucrania trata de obtener armas nucleares, ataca infraestructuras nucleares civiles y oculta armas en centrales nucleares. Ucrania está trabajando en la fabricación de una «bomba sucia». Sería legítimo que Rusia utilizara armas nucleares tácticas contra Ucrania.
Aunque aquí habría muchos aspectos que matizar, la táctica general está clara. Con este alarmismo se trata de explotar la aversión racional del público a las armas nucleares, y la retórica nuclear cada vez más beligerante contra Ucrania ha sido un constante hilo conductor de los discursos bélicos favorables al Kremlin.
A pesar de las persistentes acusaciones del Kremlin, no hay pruebas de que Ucrania se haya dedicado nunca a la fabricación de armas nucleares, ni para lanzarlas contra Rusia, ni con ningún otro fin. De hecho, Ucrania es un país libre de armas nucleares desde 1994, año en el que se firmó el Memorándum de Budapest. Es uno de los pocos países del mundo que ha renunciado a tener un arsenal nuclear y ha destruido las armas que heredó de la Unión Soviética. Rusia, en cambio, ha olvidado oportunamente el compromiso que asumió al firmar el Tratado en el que confirmaba que respetaría la independencia, la soberanía y las fronteras de Ucrania.
El Kremlin tampoco titubea a la hora de utilizar la cuestión nuclear para desviar la culpa, proferir amenazas apenas veladas o recurrir al chantaje nuclear en apoyo de su agresión. La creación de la imagen de un animal arrinconado pero equipado con armas nucleares (como no dejan de subrayar los demagogos favorables al Kremlin) es una baza ventajosa para Rusia.
Rusia ha utilizado la acusación de que Ucrania está tratando de fabricar una «bomba sucia» como pretexto para ampliar la escalada de violencia. Ucrania invitó al OIEA a que inspeccionase los lugares que Rusia había señalado como instalaciones de fabricación de una «bomba sucia». Este organismo no ha encontrado prueba alguna de que Ucrania esté desarrollando materiales nucleares para su uso contra Rusia.
Igualmente infundadas son las afirmaciones de que Ucrania está dañando deliberadamente su propia infraestructura nuclear civil. De hecho, Ucrania y los Estados Unidos han tratado repetidamente de disolver la tensión en torno a la central nuclear de Zaporiyia, instalación contra la que Rusia ha emprendido numerosas acciones temerarias: ha colocado equipos militares y tropas en su interior, utilizado la zona circundante como base de lanzamiento de ataques con cohetes y misiles, tomado el control de facto de la instalación y cortado el enlace a su línea eléctrica principal en numerosas ocasiones. El OIEA no ha confirmado ningún bombardeo ni ataque ucraniano contra la central eléctrica, ni antes ni después de las acusaciones del Kremlin.
Mito: toda Europa apoyó la invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania nazi, al igual que Europa apoya ahora a una Ucrania nazi. Rusia prosigue la «Gran Guerra Patriótica» en Ucrania para liberar al mundo de los nazis.
Llevamos años observando de cerca cómo el Kremlin agita el «espectro nazi». A lo largo de toda la guerra, ha utilizado de forma constante este efectivo recurso desinformativo para deshumanizar y envilecer a los ucranianos. La estampa ofrecida por Putin de una Rusia como baluarte moderno contra el nazismo es un ejemplo clásico de proyección, la estrategia que usa el Kremlin para desviar la culpa de sus propias acciones destructivas.
Las acusaciones de que toda Europa apoyó la invasión de la Unión Soviética por parte de la Alemania nazi son más que incongruentes. De hecho, tergiversan la historia. La realidad es que, en 1942, la coalición contraria a Hitler se componía de 26 Estados y de los Gobiernos en el exilio de los países europeos ocupados. La invocación de una Rusia en lucha contra el nazismo con la que se pretende desencadenar una fuerte respuesta psicológica o emocional no es solo una manipulación sino, además, un absurdo total, especialmente si se tiene en cuenta el giro del Kremlin hacia una retórica abiertamente antisemita.
Mito: Ucrania es una creación artificial, no un Estado soberano. El territorio ucraniano es históricamente ruso. El pueblo que allí vive ha expresado libremente su voluntad política de reunificarse con Rusia, y el deber patriótico de Rusia es liberarlo y protegerlo.
Ucrania es un Estado soberano con identidad propia y una larga historia. La negación de la condición de Estado y de la soberanía de Ucrania es otro de los discursos desinformativos habituales que los comentaristas adeptos del Kremlin llevan años propagando. Cuando Rusia intentó justificar la apropiación ilegal de tierras mediante la celebración de referendos fraudulentos en los territorios temporalmente ocupados de Ucrania, no sorprendió a nadie que el ecosistema de desinformación propicio al Kremlin volviera a activarse para negar la soberanía de Ucrania.
Los comentaristas afines al Kremlin han utilizado con frecuencia el revisionismo histórico como táctica de manipulación para canalizar el discurso público hacia el apoyo a las políticas actuales del Kremlin, incluidos los intentos de anexionar ilegalmente los territorios ocupados temporalmente en Ucrania. La obsesión de Putin con la reescritura de la historia también está ampliamente documentada.
Los referendos fraudulentos no tuvieron nada de libres, ni de democráticos. Los votantes fueron coaccionados por soldados armados que recogieron los votos de puerta en puerta, en directa contravención de la Constitución ucraniana. Todo el proceso vulneró el Derecho internacional y fue objeto de condena por las resoluciones de las Naciones Unidas sobre la anexión. La decisión sobre la anexión ilustra el carácter imperialista de la guerra de Rusia.
Mito: Rusia está luchando en Ucrania contra el imperialismo y el neocolonialismo occidentales con el fin de crear un orden mundial multipolar en el que ningún país interfiera en los asuntos internos de los demás.
El régimen del Kremlin trata desde hace mucho tiempo de ofrecer una imagen pública antiimperialista y anticolonialista. Sin embargo, la brutal guerra de agresión de Rusia contra Ucrania ha puesto de manifiesto las ambiciones imperiales y coloniales de la propia Rusia con respecto a sus vecinos de Europa, el Cáucaso y Asia.
Con la guerra iniciada en el este de Ucrania en 2014, la anexión ilegal de Crimea ese mismo año y la invasión a gran escala emprendida en 2022, Rusia ha vulnerado gravemente el Derecho internacional y la Carta de las Naciones Unidas, poniendo en peligro la paz, la seguridad y la estabilidad mundiales.
El 2 de marzo de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas adoptó, por una mayoría aplastante, una resolución que rechaza la brutal invasión de Ucrania por parte de la Federación de Rusia y conmina a este último país a retirar inmediatamente sus fuerzas y respetar el Derecho internacional.
En octubre de 2022, la Asamblea General de las Naciones Unidas votó abrumadoramente a favor de condenar las tentativas de Rusia de anexionar cuatro regiones de Ucrania temporalmente ocupadas, tras celebrar referendos fraudulentos.
La condena mundial de la agresión militar de Rusia contra un pacífico país vecino pone de manifiesto que Rusia está sola y aislada.
Mito: Ucrania lleva años cometiendo un genocidio en la región de Dombás y Rusia ha tenido que intervenir para proteger al pueblo. Además, Ucrania lleva a cabo operaciones de falsa bandera y escenifica atrocidades con el fin de acusar a Rusia de perpetrar crímenes de guerra.
Acusar a Ucrania de crímenes de guerra y genocidio es, probablemente, uno de los embustes más rastreros de los adeptos al Kremlin. Por genocidio se entiende la aniquilación deliberada y sistemática de un grupo de personas debido a su etnia, nacionalidad, religión o raza. En Ucrania no ha existido nunca ningún plan de ese tipo, ni ha habido prueba alguna que respalde las acusaciones de Rusia.
Uno de los ejemplos más elocuentes de que Rusia está proyectando sus propios crímenes hacia Ucrania son las atrocidades cometidas por soldados rusos en Bucha. La acusación de que Ucrania ha llevado a cabo operaciones de «falsa bandera» para hacer recaer la culpa en Rusia es tan cínica como espuria. En cambio, ya se han investigado los crímenes de guerra perpetrados por Rusia en Bucha, Irpin, Mariupol y muchos otros lugares.
Además, están sobradamente documentados los ataques deliberados de Rusia contra civiles e infraestructuras como escuelas, hospitales y barrios residenciales, por ejemplo en Cherníhiv, Mariupol, Járkiv y otras poblaciones. Según la Oficina de Derechos Humanos de la ONU, estos actos podrían calificarse de crímenes de guerra.
Mito: Rusia está librando en Ucrania una guerra santa contra los impíos seguidores de Satán para proteger el cristianismo y los valores tradicionales.
Aunque esta acusación pueda parecer muy disparatada, Rusia ha aludido con frecuencia a su contienda sagrada contra el propio Satán para justificar su guerra contra Ucrania. En las primeras semanas y los primeros meses de la guerra, el Kremlin esgrimió la sacrílega lealtad de Ucrania con las fuerzas del Hades como explicación de la falta de avances rusos en el campo de batalla.
Los comentaristas que propagan desinformación favorable al Kremlin, como Vladimir Solovyov, a menudo utilizan este relato, al que añaden la acusación infundada de que Ucrania está presuntamente tratando de destruir la Iglesia Ortodoxa. Esta táctica manipuladora tomó auge en 2019, año en el que se concedió a la Iglesia Ortodoxa de Ucrania el estatuto de iglesia independiente, y volvió a activarse en noviembre de 2022 cuando el Gobierno ucraniano anunció la elaboración de una ley que prohibiría las iglesias afiliadas a Rusia.
La demonización de Ucrania y sus partidarios occidentales como paganos sacrílegos va estrechamente unida a la desinformación favorable al Kremlin conforme a la cual Occidente desea destruir los «valores tradicionales». Ambos mensajes presentan a Rusia como protectora de estos valores. Este relato desinformativo sobre la protección de los valores amenazados está impregnado de una homofobia muchas veces rayana en un discurso de odio sin paliativos.
Mito: los Estados Unidos han financiado, desarrollado y ejecutado programas de fabricación de armas biológicas secretas en laboratorios ucranianos, ensayado esas armas biológicas en la población local y equipado a Ucrania con ellas para que ataque a Rusia.
Las invenciones sobre «biolaboratorios clandestinos estadounidenses» son un ejemplo clásico de teoría de la conspiración que converge con las tácticas alarmistas a menudo desplegadas por el Kremlin para distraer y confundir. Inicialmente utilizada para obstaculizar la asociación entre los Estados Unidos y Ucrania dirigida a reducir las amenazas biológicas, esta antigua campaña de desinformación ha sido reciclada por el ecosistema de desinformación favorable al Kremlin para justificar la invasión no provocada de Ucrania por parte de Rusia.
La desinformación pro-Kremlin trata de desdibujar las fronteras entre las armas biológicas y la investigación biológica, infundiendo temor en los ánimos y, al mismo tiempo, desacreditando a Ucrania. Fuentes autorizadas como Izumi Nakamitsu, Alta Representante de las Naciones Unidas para Asuntos de Desarme, han desmentido una y otra vez las acusaciones de que se están utilizando en Ucrania, con fines militares, laboratorios biológicos financiados por los Estados Unidos.
Mito: la UE no puede sobrevivir sin recursos energéticos rusos. Los Estados Unidos han empujado a la UE a adoptar políticas que han llevado a una crisis energética mundial porque esa crisis beneficia a las empresas energéticas estadounidenses.
El Kremlin utiliza desde hace mucho tiempo la energía como arma arrojadiza en sus relaciones exteriores, táctica de la que forma parte el despliegue de desinformación. Solo que, esta vez, en la apuesta rusa de intimidar a la UE cortando los flujos de gas, al Kremlin le ha «salido el tiro por la culata». Cuando Rusia exigió a Europa que eligiera entre Ucrania y la energía rusa, la respuesta europea fue inequívoca: Ucrania.
La UE y sus Estados miembros adoptaron rápidamente múltiples contramedidas para aumentar la seguridad energética, como los planesREPowerEU y «Ahorrar gas para un invierno seguro», consistente este último en reducir voluntariamente la demanda de gas natural en un 15 %. Las reservas de gas subterráneo de la UE se llenaron hasta más del 95 % de su capacidad, superando así con crecesel 80 % de capacidad que se había fijado para el 1 de noviembre de 2022. Europa, que estaba preparada para hacer frente al invierno, consiguió resistir ante el chantaje energético de Rusia.
La desinformación favorable al Kremlin también se propone introducir cuñas divisorias en la unidad transatlántica, pintando una imagen falsa de la pérdida de soberanía de la UE. Concretamente, los medios informativos afirman que los Estados Unidos han sojuzgado a la UE y se están beneficiando de las turbulencias en los mercados mundiales de la energía. Sin embargo, la diversificación de las fuentes de abastecimiento energético es una piedra angular de la política energética de la UE. Contribuye a reforzar la seguridad energética europea, a prevenir la monopolización y a introducir un mayor grado de competencia en el mercado de la energía.
Mito: al prohibir los productos agrícolas y los fertilizantes rusos, la UE ha provocado una escasez mundial de alimentos. Rusia no es la responsable de la crisis alimentaria mundial. La UE está acaparando todos los cereales procedentes de Ucrania, dejando que otros países pasen hambre.
Al invadir Ucrania, Rusia retiró de hecho la producción ucraniana de alimentos de los mercados mundiales y exacerbó la situación económica mundial. Las acciones de Rusia están disparando los elevados precios de la energía y de los fertilizantes en todo el mundo, y si bien su impacto es especialmente fuerte en África y los países más vulnerables, está afectando también cada vez más a otras regiones y países.
A escala mundial, los conflictos, el cambio climático y los persistentes efectos de la COVID-19 están teniendo efectos devastadores en los sistemas alimentarios y en quienes dependen de ellos. Dicho esto, la agresión no provocada de Rusia contra Ucrania ha exacerbado significativamente estas dificultades y aspectos vulnerables.
Al bombardear las infraestructuras de energía, agua y transporte de Ucrania, quemar cultivos y robar cereales ucranianos, destruir el material agrario y los almacenes de combustible y minar tierras agrícolas ucranianas, Rusia ha socavado la producción de alimentos a largo plazo y las capacidades de exportación de Ucrania.
Además, Rusia sigue aplicando impuestos y contingentes de exportación tanto a los fertilizantes como a los cereales como el trigo, el morcajo, el centeno, la cebada y el maíz.
Las sanciones de la UE excluyen explícitamente los suministros de alimentos y los fertilizantes: no se han dictado sanciones contra las exportaciones de alimentos rusos a los mercados mundiales. Cualquier persona puede manejar, comprar, transportar y obtener alimentos y fertilizantes procedentes de Rusia. Contrariamente a lo que afirman las falsas noticias rusas, ningún Estado miembro de la UE está bloqueando la donación de fertilizantes rusos a los países necesitados.
Según las Naciones Unidas, la mayor parte de las exportaciones de alimentos facilitadas a través de la Iniciativa de Cereales del Mar Negro se dirigen a países no pertenecientes a la UE. Solo el 34 % de esas cantidades se destinó a la UE. El 64 % del trigo exportado ha ido a parar a economías en desarrollo.
La Unión Europea, junto con sus socios internacionales, lidera los esfuerzos mundiales para hacer frente a la inseguridad alimentaria. Desde la puesta en marcha de los corredores solidarios y de la Iniciativa de Cereales del Mar Negro, los precios de los alimentos han disminuido continuamente hasta volver a los niveles anteriores a la guerra.
Mito: las sanciones occidentales contra Rusia son ilegales y causan daños en todo el mundo. Desestabilizan la economía mundial y aumentan el coste de la vida para los ciudadanos de a pie de todo el planeta. Las sanciones no tienen efecto ninguno en la economía rusa, y Rusia ha demostrado que las sanciones no funcionan.
La desinformación favorable al Kremlin acerca de las sanciones de la UE y occidentales es un ejemplo de discurso contradictorio. Por una parte, se afirma que las sanciones son una forma ilegal e inaceptable de coerción, pero, por otra, que carecen totalmente de impacto en Rusia. Este discurso desinformativo minimiza la repercusión de las sanciones ante el público nacional en Rusia, y crea la falsa imagen de que Occidente se está desmoronando. Cuando se dirige a los interlocutores internacionales, el Kremlin desea atizar los temores —infundados— de que las acciones occidentales contra Rusia tienen consecuencias negativas a escala mundial.
Todas las sanciones de la UE cumplen plenamente las obligaciones derivadas del Derecho internacional. Las sanciones están reduciendo los medios de Rusia para financiar la guerra y adquirir componentes esenciales para su complejo militar-industrial. Los efectos de las sanciones son visibles en todos los grandes sectores de la economía rusa. En 2022, eldéficit presupuestario de Rusia se disparó,multiplicándose por 14. Ese mismo año, la economía se redujo hasta en un 5 %. Las sanciones funcionan.
La decisión internacional de poner un tope a los precios del petróleo tiene por objeto limitar las subidas de precios provocadas por condiciones extraordinarias en el mercado. Reducirá drásticamente los ingresos que Rusia ha estado obteniendo del petróleo desde su invasión de Ucrania. El tope de los precios del petróleo servirá también para estabilizar los precios mundiales de la energía, mitigando al mismo tiempo las consecuencias adversas para el suministro de energía a terceros países.
Las sanciones de la UE tienen importantes excepciones. Excluyen explícitamente los suministros de alimentos y los fertilizantes. Además, si bien el espacio aéreo europeo no está abierto a las aeronaves rusas, los Estados miembros de la UE pueden autorizar el sobrevuelo de este espacio por aeronaves rusas con fines humanitarios.
Detalles
- Fecha de publicación
- 23 de febrero de 2023
- Autor
- Representación en España